La ansiedad es una emoción que en muchos casos es adaptativa para el individuo. Permite estar alerta, aportando el nivel óptimo de motivación para afrontar diferentes situaciones. En circunstancias de peligro, un incremento de ansiedad puede facilitar un mejor afrontamiento de la situación.
El problema ocurre cuando frecuentemente se generan niveles elevados de ansiedad, durante periodos prolongados de tiempo y sin que exista peligro objetivo. En este caso la ansiedad es desadaptativa y se convierte en fuente de sufrimiento, malestar para la persona que la sufre.
Los trastornos de ansiedad pueden manifestarse de varias formas. Una de ellas son las crisis de angustia o ataques de pánico. Es diferente a otros trastornos de ansiedad, ya que se presenta inesperadamente, aparentemente sin causa alguna y con frecuencia causa incapacidad.
Cuando una persona sufre una crisis de ansiedad, por ejemplo mientras conduce un coche, hace compras en tiendas con gran cantidad de gente, se sube en un ascensor, o cruza un puente, puede sentir miedo irracional relacionado con estas situaciones, y comenzará a tratar de evitarlas. En los casos severos, los pacientes pueden pasar la mayor parte del tiempo en casa, en compañía de familiares llegando al enclaustramiento total.
El miedo o la ansiedad no aparece solo cuando la persona se encuentra en las situaciones temidas, sino también al anticipar estas situaciones. Esta ansiedad anticipatoria puede ser peor que la ansiedad experimentada en la situación temida y puede persistir largo tiempo después de que el paciente deje de experimentar ansiedad en la situación real.
Los síntomas de un ataque de pánico se presentan espontáneamente, sin causa aparente. Pueden incluir : palpitaciones o ritmo cardiaco acelerado, dolores en el pecho, mareos, nauseas, dificultad para respirar, entumecimiento, sensación de hormigueos en las manos, escalofríos o sofocos, miedo a perder el control o volverse loco; miedo a morir.
Por lo general una crisis de ansiedad dura varios minutos y se considera una de las situaciones más penosas que pueda experimentar una persona. Casi todos los que sufren un ataque de pánico sufrirán otros más. Cuando una persona sufre continuos ataques de pánico o siente una fuerte ansiedad por miedo a que se repitan, se dice que tiene un trastorno causado por pánico.
El trastorno puede durar meses o años. Si no se trata puede empeorar hasta el punto de que la vida de la persona se vea afectada seriamente. De hecho muchas personas han tenido problemas con sus amistades, familiares y trabajo. Es posible que presenten cierta mejoría temporal, pero por lo general no desaparece hasta que el paciente no reciba el tratamiento adecuado. El pronóstico mejora en función del momento de inicio del tratamiento.
Además las personas que padecen ataques de pánico, pueden necesitar tratamiento para otros problemas emocionales. La depresión se asocia frecuentemente con estos trastornos, de la misma manera que el abuso de alcohol y otras drogas. Afortunadamente, tanto las crisis de ansiedad como los trastornos asociados a estas pueden resolverse eficazmente con terapia psicológica.