En la actualidad, y a pesar del constante aumento de las separaciones y divorcios, la pareja sigue siendo la forma de vida elegida mayoritariamente en nuestra sociedad adulta; aproximadamente el 85 % de la población adulta vive en pareja. Por otra parte, la elección de pareja y el establecimiento de un compromiso emocional con esa persona, son considerados como un paso importante en el proceso de maduración de cualquier adulto. Y al mismo tiempo, se trata de una decisión de la que van a depender cuestiones tan fundamentales como el futuro emocional, satisfacción sexual, situación familiar, etc…
A la relación se llega con una serie de creencias y expectativas, valores y costumbres, adquiridas a través de la historia y experiencia personal, que influirán en la evolución de la pareja. Así mismo, otro factor a tener en cuenta es el equilibrio emocional de cada una de las personas que enriquecerá la relación, especialmente cuando ambos miembros contaban con él.
Hoy en día, las parejas se sienten menos obligadas socialmente a mantener su relación. Este cambio se debe a la menor importancia que tiene la presión social como factor para mantener la relación. La decisión de mantenerla o terminarla se toma basándose en los criterios objetivos del balance de la misma, en lugar de dejarse llevar por lo que sería socialmente aceptable.
Las razones principales de ruptura en la mayoría de las parejas siguen siendo la forma inadecuada de comportarse cada uno de los miembros, cómo se reparten las tareas diarias, el tiempo dedicado a los niños, al ocio, distintas necesidades afectivas…
La falta de comunicación y el abuso de reproches y quejas pueden ser indicadores de que algo está fallando. Es esencial reaprender a comunicar los sentimientos y la información, para que la relación sea satisfactoria. La mayoría de las parejas citan la falta de comunicación como la causa principal del conflicto matrimonial y como el principal motivo para empezar una terapia. Y los psicólogos podemos enseñar a las parejas formas constructivas de ayuda mutua, de comunicar y expresar deseos, opiniones, sentimientos y necesidades.
Cuando una pareja sufre dificultades, nosotros, los psicólogos, no asumimos que una persona es la causa del problema. No intentamos buscar la responsabilidad de nadie, sino que nos centramos en la relación y en qué puede hacerse para incrementar el intercambio y el respeto entre los miembros, mejorando sus habilidades de solución de problemas y disminuyendo las tendencias a herirse y rechazarse el uno al otro.