Niños Hiperactivos

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No pueden estar quietos ni sentarse. No hacen caso de las instrucciones. Dejan las tareas a medias y no parecen ser conscientes de lo que está ocurriendo alrededor. Para sus familias, compañeros de clase y profesores los niños hiperactivos son un remolino de actividad desorganizada. Si no se trata  adecuadamente, es un trastorno que puede arruinar las relaciones de la persona con los demás, perturbar su vida diaria, disminuir la autoestima, al mismo tiempo que supone un consumo elevado de energía.

Es uno de los trastornos mentales más frecuente entre la población infantil. Afecta entre el 4% y el 8% de los niños en España. Los varones se ven afectados dos o tres veces más que las niñas, pero se desconocen las causas de las diferencias. El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), a menudo sigue en la adolescencia y en la edad adulta, y puede causar una vida escolar y laboral frustrada,  con graves secuelas a nivel emocional, como baja autoestima y agresividad.

Los científicos han llegado a la conclusión de que el TDAH no surge por factores externos, sino a raíz de causas biológicas innatas. Conocer este aspecto puede quitar una enorme carga a los padres, que se sienten culpables por el comportamiento de sus hijos. Se han señalado como causas desde factores genéticos, hasta lesiones en el feto, consumo prolongado de drogas o estimulantes durante el embarazo, alergias a determinados alimentos o aditivos, etc.

El uso de nuevas técnicas, como la tomografía cerebral, para observar el funcionamiento del cerebro, está proporcionando nuevas percepciones sobre las causas del TDAH. Por el momento, no se dispone de información clara, y el diagnóstico se basa exclusivamente en las valoraciones conjuntas de los padres, los maestros y el especialista elegido, generalmente psicólogos, psiquiatras o neurólogos.

Desde hace años se viene utilizando fármacos para tratar el TDAH. Entre los más efectivos, para niños y adultos, están tres, que pertenecen a la clase de las drogas llamadas estimulantes: metilfenidato, dextroanfetamina y pemolina. En muchos casos, estos medicamentos reducen la hiperactividad y mejoran la habilidad para concentrarse, trabajar y aprender. Mejoran también la coordinación física, como la caligrafía y la habilidad deportiva. Lamentablemente, la gente piensa a menudo que lo único que se necesita es la medicación.

Pero los fármacos, por sí solos no curan el trastorno, sino que controlan los síntomas temporalmente. Por sí solos no pueden ayudar al paciente a sentirse mejor respecto a sí mismo, o a hacer frente a los problemas, ya que esto requiere terapia psicológica y apoyo emocional. Por este motivo, los especialistas coincidimos en la recomendación de combinar la medicación con la terapia de conducta, ayuda psicológica emocional y el apoyo práctico ( aprender estrategias de conducta, motrices, etc.).

Es  especialmente difícil ser padre de un niño hiperactivo, porque continuamente realiza actividades descontroladas, es desordenado, tiene rabietas y no escucha. Los padres se sienten con frecuencia impotentes y sin recursos, porque los métodos habituales de disciplina, tales como el razonamiento y el castigo, no funcionan.

Por desgracia, para algunos niños ser regañados es la única atención que reciben. Tienen pocas experiencias para aumentar su autoestima y sentido de responsabilidad. Tanto los padres como los niños pueden necesitar ayuda profesional. Los psicólogos somos los profesionales indicados para asesorar al niño y a la familia, ayudándolos a desarrollar habilidades  para relacionarse unos con otros. El terapeuta ayuda al familia a encontrar mejores formas de manejar el comportamiento perturbador, por ejemplo utilizando un sistema de premios y multas, de forma que el niño recibe un premio cuando realiza la conducta deseada y es sancionado con un multa leve cuando no. La multa puede ser quitarle un juguete o indicarle que pase un momento a solas. Si el niño tiene problemas para completar un tarea, se le puede ayudar a dividir la tarea en pequeños pasos, elogiándolo a medida que completa cada paso.

Los padres pueden aprender a usar técnicas para controlar el estrés y ejercicios para aumentar su propia tolerancia hacia la frustración, de manera que puedan responder más tranquilamente al comportamiento del niño.

Las mayoría de las personas con TDAH no se curan del todo, pero pueden aprender a adaptarse y vivir en sociedad sin excesivas complicaciones, combinando adecuadamente medicación, con habilidades sociales y apoyo emocional. Lo que nunca hay que olvidar es que todas las personas con TDAH tienen habilidades naturales con las que pueden contar para realizarse y ser felices en las diferentes etapas de su vida.

Por último, señalar que padres, profesores y psicólogos deben trabajar en colaboración y cooperar mutuamente para fomentar la confianza de los niños, estimular sus destrezas y habilidades un  ritmo adecuado, y disponer el ambiente familiar y escolar para hacerles más fáciles su pequeños progresos diarios.