La dependencia emocional

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Cuando leemos en algún artículo que una persona presenta un patrón interpersonal de dependencia emocional, todos sabemos a grandes rasgos de qué tipo de psicopatología estamos hablando. El término aparece con frecuencia en medios de comunicación, conversaciones informales y libros de autoayuda, aunque no es frecuente utilizarlo en la literatura científica. En este ámbito se habla de pacientes que presentan pautas de apego ansioso, depresión sociotrópica o relaciones autodestructivas y algunos con adicción amorosa. Con todos estos términos, nos referimos a un mismo tipo de personas: los dependientes emocionales.

 

 

Podemos definir la dependencia emocional como un patrón crónico de demanda afectiva frustrada, que buscan desesperadamente satisfacerse mediante relaciones interpersonales estrechas. No obstante, esta búsqueda está destinada al fracaso, o en algunos casos al logro de un equilibrio precario.

 

Las personas con dependencia emocional presentan las siguientes características:

 

 

  • Necesitan excesivamente la aprobación de los demás, especialmente de personas cercanas, aunque también hay cierta preocupación por “caer bien” incluso a desconocidos.
  • Gustan de relaciones “parasitarias”. El dependiente emocional quiere disponer de la presencia de la otra persona, como si estuviera “enganchado” a ella. La necesidad de pareja o de amigos es realmente una dependencia, como se produce en las adicciones.
  • Adoptan posiciones subordinadas en las relaciones. Su pobre autoestima y la elección frecuente de parejas explotadoras, conduce al dependiente emocional a una continúa y progresiva degradación.
  • Sus relaciones no llenan el vacío emocional que padecen. Estas personas están tan poco acostumbradas a quererse y ser queridos que no esperan cariño de su pareja, simplemente se enganchan obsesivamente a su pareja y persisten en la relación por muy frustrante que esta sea.
  • Suelen tener una prolongada historia de rupturas y nuevos intentos.
  • Su estado de ánimo es disfórico. Denotan tristeza honda y arraigada con tendencia a sufrir preocupaciones.
  • Presentan con frecuencia trastornos depresivos y por ansiedad y en menor medida trastornos de personalidad o relacionados con sustancias.

 

 

 

Este fenómeno es comparable en muchos aspectos a trastornos relacionados con sustancias como el alcoholismo y la drogodependencia.