Depresión

      Es un serio problema emocional que altera nuestra forma de pensar, de sentir y de actuar.

      Cuando estamos deprimidos nuestras emociones cambian sensiblemente. Estamos tristes y apáticos, no nos apetece hacer nada, únicamente “estar en casas tirados en el sofá”. Estos sentimientos suelen acompañarse de irritabilidad y ansiedad.

    A nivel corporal, suelen producirse cambios como cansancio excesivo, pérdida de apetito, disminución del interés sexual, dolor de cabeza, tensión muscular, opresión en el pecho.

      Nuestra forma de pensar también sufre cambios. Tendemos a ver el lado oscuro de las cosas. Nuestra autoestima se reduce, el mundo nos parece un lugar hostil y nos sentimos abandonados por los demás. Vemos negro nuestro presente y también el futuro.

      Nuestra forma de actuar va en consonancia con nuestros sentimientos y pensamientos. Nos volvemos más pasivos, dejamos de hacer actividades.

       La depresión es el trastorno más frecuente. El 10% de la población total llega a deprimirse en algún momento de su vida y se da más en mujeres, dos de cada tres casos. Existen periodos críticos donde el riesgo de depresión aumenta: entre los 35 años y  los 45 y a partir de los 60.

       La depresión puede estar producida por cambios vitales, como problemas o pérdida del trabajo, enfermedad propia o de familiares cercanos, cambios del lugar de residencia, problemas de pareja, entre otros. Después de un periodo normal de tristeza, si no se sabe como afrontarla, comenzará a sentir cambios en su cuerpo, en su forma de pensar y de comportarse.

      No considero a la depresión como enfermedad, si entendemos enfermedad como proceso causado por déficits orgánicos, pero si es un complejo problema emocional que causa alteraciones orgánicas. El tratamiento psicológico enseña a los pacientes habilidades de afrontamiento necesarias para superarla, adecuadas a cada caso en particular.